QUÉ PIENSAN LOS ARGENTINOS DE LA INSEGURIDAD
La percepción es la dimensión subjetiva de la inseguridad, y se distingue de la dimensión objetiva constituida por los hechos concretos de violencia y los delitos. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) diferencia entre inseguridad objetiva y subjetiva. La primera refiere a los niveles reales y objetivos de inseguridad, medida en términos de probabilidad de victimización, y refleja el grado de seguridad o de inseguridad; mientras que la segunda es la estimación que cada quien hace sobre el grado de riesgo al que está expuesto. La percepción de inseguridad es una construcción social basada en la evaluación por parte de los ciudadanos de las condiciones de seguridad o inseguridad de su entorno. Su estudio es particularmente importante ya que condiciona la calidad de vida de los ciudadanos, generando, por ejemplo, conductas de autoprotección, como adoptar medidas de seguridad en el hogar o cambios de hábitos en relación a las actividades cotidianas.
Muchas personas viven con miedo a ser robadas o asaltadas; no sólo por el hecho de la pérdida patrimonial como por resultar lesionadas o aún muertas como consecuencia de una acto violento o delictivo. Temen por ellas mismas y por sus familias o allegados, y toman medidas o cambian de hábitos de modo de sentirse más seguras, limitando incluso el pleno ejercicio de sus derechos.
La Iniciativa para la encuesta de victimización delictiva en Latinoamérica y el Caribe (VICLAC) define a la percepción de seguridad como “la proporción de personas que experimentan una sensación de inseguridad de acuerdo a su apreciación subjetiva frente a condiciones de seguridad en su entorno, así como la vulnerabilidad que percibe de ser víctima del delito, enmarcado en su contexto de vida”.
Existen varios indicadores estandarizados a nivel internacional con el propósito de dimensionar las percepciones de inseguridad. Entre ellos se destacan la percepción de la gravedad de la inseguridad como problema, la percepción de seguridad en una situación específica (normalmente la situación sobre la que se consulta es “caminando sólo, de noche, por su barrio”), la percepción de la evolución de la inseguridad, y la estimación de la probabilidad de ser víctima de un delito en los próximos doce meses. Lamentablemente en la Encuesta Nacional de Victimización 2017 sólo se indagó sobre tres de estos cuatro indicadores estandarizados de percepción de la inseguridad.
El 85.1% de la población nacional de 18 años o más considera que la inseguridad es un problema bastante grave o muy grave en su ciudad. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Tucumán, esa proporción supera el 90%, mientras que la percepción más baja sobre la gravedad de la inseguridad como problema se observa en las provincias de Tierra del Fuego (51.8%), Santa Cruz (61.4%) y La Pampa (64.3%).
Es bien sabido que las percepciones sobre la inseguridad no se correlacionan directamente con los niveles objetivos de violencia y delito de una región (normalmente se produce una sobreestimación de los niveles de inseguridad, y esta percepción no suele reflejar las variaciones en la evolución de las tasas efectivas de delito). El estudio de estos indicadores es de suma importancia, sin embargo, ya que la dimensión subjetiva de la inseguridad afecta inevitablemente la calidad de vida de las personas.
En su estudio sobre los factores determinantes de la percepción de inseguridad en México, Vilalta (2013) sugiere que la percepción de inseguridad está condicionada por la presencia de indicadores de incivilidad en los barrios y en las ciudades, y la falta de confianza en la policía local . Estas relaciones resultan confirmadas en los resultados de la ENV 2017.
El segundo indicador de percepción de inseguridad incluido en la ENV 2017 es la percepción de inseguridad en una situación específica, en este caso “caminando sólo/a cerca de donde vive”. Lamentablemente no es completamente comparable con otras encuestas que utilizan la fórmula estandarizada “caminando sólo, de noche, por su barrio”. La encuesta argentina evitó acotar el momento del día evaluado, lo que limita la comparabilidad de este indicador con otros estudios internacionales. Más de la mitad (52.3%) de los consultados manifestó sentirse inseguro o muy inseguro en esta situación. Los valores de este indicador nuevamente se observan más bajos en las provincias patagónicas, y más altos en la Provincia de Buenos Aires y en Jujuy. La mayor percepción de inseguridad se presenta en la provincia de Tucumán (70.8%).
Si se analizan los niveles de victimización de las distintas provincias en relación a la percepción de inseguridad de sus habitantes, se observa que, tal como es de esperar, ambos indicadores están relacionados. En términos generales, a mayores niveles de victimización, mayor percepción de inseguridad. A modo de ejemplo, la provincia de Tucumán tiene altos niveles de victimización y altos niveles de percepción de inseguridad, mientras que la provincia de Tierra del Fuego muestra bajas tasas de victimización y su población se siente a su vez más segura). El análisis permite, además, identificar aquellos casos que se apartan de este supuesto: ejemplo de ello son la provincia de Salta, en la que sus habitantes se sienten menos inseguros que lo que las prevalencias delictivas haría esperar, y las provincias de San Luis y Río Negro, en el sentido inverso.
Cuando se comparan las distintas situaciones sobre las que consulta la encuesta, se observa que la mayor vulnerabilidad es percibida cuando una persona se encuentra en el cajero automático de un banco, cuando éste está cerrado. En efecto, dos de cada tres consultados a nivel nacional (un 67%) se sienten inseguros o muy inseguros en esa situación. Le siguen, en orden de percepción de vulnerabilidad, los espacios públicos; más de la mitad de los consultados a nivel nacional se siente inseguro cuando se encuentra en un parque o una plaza (54.3%), en el transporte público (53.9%), o caminando solos cerca del lugar donde viven (52.3%).
Los consultados manifiestan, como es de esperar, sentirse más seguros en los espacios públicos cerrados o en lugares privados. En relación a la percepción de la seguridad en el espacio público, se consultó a los entrevistados acerca de las situaciones de violencia o incivilidades observadas durante el año 2016 en su barrio. Si bien en la mayoría de los casos las situaciones no configuran delitos, se trata de comportamientos antisociales que configuran la inseguridad en el ámbito urbano. Se debe notar que esta serie de preguntas no apuntan a medir niveles de victimización, sino más bien la percepción del individuo acerca de las condiciones de seguridad de su entorno más próximo, y por lo tanto se consulta sobre el conocimiento acerca de la existencia de determinadas situaciones, independientemente de que la persona haya resultado victimizada en el sentido estricto del concepto.
Entre las manifestaciones de incivilidad observadas, se destaca a nivel nacional el consumo de alcohol en la calle (68.9%). Ocurre lo mismo en la mayoría de las provincias argentinas, siendo esa actividad reportada en Córdoba por una proporción menor (59.5%). El consumo de alcohol en la vía pública asume valores significativamente más altos en las provincias del NOA: Salta (87.1%), Tucumán (85.0%), Jujuy (78.7%) y Santiago del Estero (78.1%). Los valores más bajos se observan en La Pampa y las provincias patagónicas.
El consumo de droga en la calle sigue en orden de prevalencia entre las conductas antisociales observadas. El 58.3% de los consultados a nivel nacional reportó que esa situación se observó durante el año 2016 en el barrio en donde vive. La venta de droga en la calle, que fue reportada por el 30.3% de los consultados a nivel nacional, asume valores significativamente más altos en las provincias de Córdoba (43.3%) y Salta (49.3%). Nuevamente, los valores son sustancialmente más bajos en las provincias del Sur del país.
A nivel nacional, un 51.4% de los entrevistados dice que en su barrio hubo riñas o peleas callejeras durante el año 2016. Los valores más altos se observan, para esta situación, en las provincias del NOA: Salta (71.6%), Jujuy (68.6%) y Tucumán (66.8%).
La falta de iluminación en las calles se incluye en esta serie de preguntas, a pesar de no ser un comportamiento, bajo el supuesto de su impacto en la percepción de la seguridad urbana. La mejora de la iluminación de los espacios públicos y vías de comunicación es una de las acciones más valoradas por la población en relación a la prevención situacional del delito. Prácticamente la mitad (49.9%) de los consultados a nivel nacional manifiesta que en su barrio hubo calles sin iluminación durante el año 2016. Los mayores porcentajes se observan en las provincias de Santa Cruz (71.4%), Corrientes (66.4%), Jujuy (64.4%) y Misiones (63.5%).
Por último, entre las situaciones de desorden social destacadas, casi un tercio (32.4%) de los consultados a nivel nacional reportó que en su barrio hubo disparos frecuentes durante el año 2016. Se destacan en este aspecto las provincias de Neuquén y Tucumán, con valores de 47.8% y 48.2%, respectivamente.
En términos generales, las provincias de NOA presentan mayores proporciones en cuanto al reporte de este tipo de situaciones, mientras que los valores de las provincias patagónicas son menores a los promedios nacionales.
Como se ha mencionado, la percepción de incremento en el nivel de actividad delictual es uno de los factores condicionantes de la percepción de inseguridad. Esta percepción sobre la evolución de la criminalidad se forma fundamentalmente a partir de la exposición de la población a noticias relacionadas con violencias y delitos y, sobre todo en los países que la reportan sistemáticamente, la información oficial sobre la evolución de la actividad delictual .
Además de estudiar los niveles de prevalencia de las manifestaciones de incivilidad mencionadas, resulta oportuno destacar que todas ellas están correlacionadas con la percepción de inseguridad en el entorno inmediato. El mayor impacto, sin embargo, no lo tienen las manifestaciones más frecuentes (consumos problemáticos), sino las más violentas (presencia de bandas violentas, peleas en la vía pública o disparos frecuentes).
En promedio, el 77.1% de los consultados a nivel nacional piensa que la delincuencia aumentó en el año 2017 respecto al año anterior en su provincia, un 14% piensa que se mantiene igual, y sólo un 1.4% piensa que disminuyó. Las provincias con una mayor percepción de aumento interanual de la delincuencia son La Rioja (95.3%), Catamarca (94.3%), y Tucumán (94.1%). La Ciudad Autónoma de Buenos Aires se destaca por tener la más baja percepción de aumento de la delincuencia (51.8%). Se debe tener en cuenta, sin embargo, que este indicador rara vez reporta una baja de la actividad delictual desde la percepción de los ciudadanos y que, como se verá más adelante, existe una tendencia a percibir mayores niveles de inseguridad en la medida en que el ámbito de evaluación excede al área donde vive la persona consultada .
En ninguna de las jurisdicciones, y en ninguno de los ámbitos específicos sobre los que se consultó (cerca de donde vive, en la ciudad, en la provincia y en el país), las opiniones positivas sobre la evolución de la delincuencia (la delincuencia disminuyó) superan a las opiniones negativas (la delincuencia aumentó).
La percepción de inseguridad generalmente es menor en el nivel local. Según puede observarse, en todas las jurisdicciones del país, y cualquiera sea la evaluación que se realice sobre la evolución de la inseguridad cerca de donde una persona vive, siempre se percibirá que ésta ha aumentado más a nivel de la ciudad, que lo ha hecho en mayor medida aún a nivel provincia, y que el aumento siempre es incluso superior a nivel nacional.
En el promedio nacional, un 44.7% de los consultados opina que la delincuencia aumentó cerca de donde vive. El 69.1% cree que aumentó en su ciudad, el 77.1% cree que aumentó en su provincia, y el 81.8% cree que lo hizo en el país.
Las percepciones del público sobre la evolución de los niveles de actividad delictual normalmente no coinciden con la realidad. Si bien las últimas cifras sobre estadísticas delictivas muestran que en nuestro país las tasas de delitos han disminuido, esto no se refleja, sin embargo, en la percepción de la ciudadanía. Esta discrepancia entre las estadísticas delictivas y la percepción del público sobre ellas tiene implicaciones importantes para las autoridades y la comunidad, dado que los ciudadanos deben estar seguros y deben también sentirse seguros. Las preocupaciones del público por el aumento o la persistencia de las altas tasas de criminalidad, aun siendo "infundadas“, tienen un efecto real sobre las personas. Fácilmente pueden convertirse en inhibidores y tener un impacto perjudicial en su vida, su relación con otros y su rol en la comunidad en general.
Al analizar la relación entre la variación interanual de la tasa de total de hechos delictuosos cada 100.000 habitantes en las distintas provincias respecto de la percepción de la población sobre la evolución de la actividad delictual, se confirma la afirmación sobre la independencia de estas variables. La variación objetiva de la cantidad de delitos cometidos en una jurisdicción poco afecta a la percepción de sus habitantes sobre la evolución de la actividad delictual. A modo de ejemplo: en la Provincia de Mendoza la tasa de hechos delictuosos descendió un 30% entre los años 2015 y 2016 y en Chubut la actividad delictual objetiva aumentó en más de un 20%; sin embargo, una proporción similar (alrededor del 80%) de chubutenses y mendocinos interpretan que el delito aumentó en su provincia en el mismo período.
Esta brecha de percepción entre la evolución de la actividad delictual (inseguridad objetiva) y la percepción de esa evolución (inseguridad subjetiva) ha sido en parte explicado en base los efectos de los medios de comunicación. La capacidad tecnológica de los medios masivos para recopilar y difundir información a un ritmo mucho más rápido proporciona a las personas un fácil acceso al contenido delictivo, lo que configura la percepción pública del delito y las conductas delictivas. Asimismo, la sobreexposición a casos de alta connotación pública es capaz de afectar la percepción de la probabilidad de ser víctima de las personas, configurando una visión distorsionada de la realidad.
Finalmente, la ENV 2017 no incluyó un indicador típico de la percepción de inseguridad, como lo es la percepción de riesgo. La pregunta estandarizada internacionalmente para la medición de este factor refiere a la probabilidad percibida por una persona de ser víctima de un delito en los próximos doce meses. Y profundizando aún más, la probabilidad de ser víctima segmentada por tipo de delitos. Esta pregunta es de especial relevancia cuando desea conocer, por una parte, el sustento del temor al delito, y por la otra, qué es lo que específicamente se teme en cuanto a riesgo de victimización.